La siniestralidad vial continúa siendo uno de los grandes flagelos en la provincia de Salta, con cifras que preocupan tanto a autoridades como a especialistas. Uno de los factores más recurrentes y peligrosos, es el exceso de velocidad, que según los estudios no sólo responde a decisiones imprudentes, sino también a mecanismos psicológicos profundamente enraizados en la comportamiento de los conductores.
La periodista especializada en el área, Laura Salado, explicó a través InformateSalta, que el exceso de velocidad “Es una mecánica dentro de lo que es la siniestralidad”, y que diversos estudios a lo largo del tiempo han demostrado que este comportamiento se repite año tras año.
“Lo que ocurre es que las personas tienden a cumplir con lo que en el estudio de la siniestralidad se denomina una ‘ley cultural homeostática’. Esto significa que cuando circulan por rutas o calles que conocen, sienten un exceso de confianza. Confían demasiado en su conocimiento del lugar y en su capacidad para controlar el vehículo, el entorno y la situación. Y es ahí donde empiezan a perder la percepción real del riesgo”, explicó Salado.
Esta sensación de control, combinada con un entorno familiar, puede llevar a conductas imprudentes como superar los límites de velocidad sin medir las consecuencias. Según la especialista, este fenómeno se potencia cuando hay presencia de alcohol o drogas.
Además, el cansancio, la falta de descanso o el consumo de ciertos medicamentos, también pueden afectar gravemente la capacidad de reacción del conductor. “Hay personas que toman medicación para la presión o medicación psiquiátrica que afecta la percepción, la visión o el estado de ánimo. Todo eso influye negativamente en la capacidad de conducir con responsabilidad”, indicó.
Jóvenes en el centro del problema
Uno de los datos más alarmantes es que la franja etaria más involucrada en estos siniestros va desde los 16 a los 35 años. Salado explicó que sobre todo en el rango de 16 a 24 años, la corteza prefrontal del cerebro —encargada de la toma de decisiones y el control de impulsos— aún se encuentra en proceso de maduración. “Esto significa que tienen una menor percepción del riesgo, por lo que tienden a involucrarse en situaciones peligrosas con mayor frecuencia”, aseguró.
Llamado a la conciencia
La periodista destaca que, desde una perspectiva física, el exceso de velocidad reduce el margen de maniobra ante imprevistos: “El más mínimo movimiento del volante o una frenada brusca puede desestabilizar el vehículo por completo. Lo que sigue, en muchos casos, es un vuelco con consecuencias fatales».
Frente a este panorama, Salado insiste en la necesidad de fortalecer los procesos de concientización, especialmente entre los adolescentes y jóvenes, e hizo un llamado a los padres: “Es fundamental que los papás estén más presentes en la supervisión de sus hijos a la hora de conducir. El control y la educación en casa pueden salvar vidas».