Grandes historias de madres desconocidas hay por todos lados. En este caso El Tribuno homenajea a las madres con el reconocimiento a Fátima Viveros que vive, con su familia en el paraje de La Laguna, ubicado a unos 110 km de Salta, Municipio de Campo Quijano, Departamento de Rosario de Lerma; en plena Puna salteña.

Todas las madres tiene historias increíbles, pero en este caso elegimos la de Fátima que todos los días de escuela recorre los 8 km que separa a su casa de la escuela 4619 «Coronel Severo de Zequeira», del paraje Finca El Toro.

Se levantan tempranito, junto a Ámbar, que ahora tiene 6 años, y salen en una moto, a clases. La nena cursa el Nivel Inicial y por lo tanto no puede estar albergada. Fátima deja a Ámbar y vuelve a su casa. Tiene que cuidar a Teo que tiene un año y 4 meses. En ese lapso de tiempo, su esposo Nicolás Arjona cuida al bebé. La mujer vuelve, realiza las tareas de la casa y del campo y al mediodía tiene que volver a retirar a Ámbar a la salida de la escuela.

Ahora bien, cualquier citadino se preguntará en qué reside la particularidad de la realidad de Fátima.

Se debe decir entonces que la escuela de Finca El Toro y el paraje La Laguna están ubicados a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar. Eso hace que las condiciones climáticas sean extremas en el frío, en el viento blanco, con los remolinos calientes, en la nieve, en el hielo y en el aislamiento de la Puna salteña. Si se pincha una rueda, no pasa mucha gente por la zona, no hay señal de telefonía móvil; todo se soluciona en la soledad extrema. 

Paisaje en donde está ubicada la escuela de Finca El Toro. Foto: Javier Rueda.

La escuela está ubicada a unos 15 km de la frontera con la provincia de Jujuy y el telón de fondo es el nevado del Chañi que casi llega a los 6.000 metros de altura. La montaña tiene exactamente 5.896 de altura.

Se debe decir que Fátima además tiene una activa participación en la comunidad educativa de la escuela. «Siempre están las madres apoyando y acompañando las iniciativas pedagógica de la escuela. Una de las más activas es Fátima y estamos muy agradecidos por todas las madres que siempre están en la escuela», dijo Osvaldo Barriento, que es el director de la escuela.

Fátima ayuda en el comedor y es una de las que sirve el desayuno. Al mediodía llega para servir el almuerzo a los 40 niños que asisten a la escuela. Trabaja y también actúa en los actos escolares. Sabe que la mejor herramienta que le puede brindar para su futuro es la escuela pública.

Vista de la escuela de Finca El Toro. Foto: Javier Rueda

Sobre la maternidad dice: «Es muy duro ser mamá en las alturas, en los campos de la Puna, pero yo estoy contenta porque Ambar el año que viene podrá quedarse en el Albergue de la escuela. Ella ama a su escuelita así que no tendrá problemas. Y yo seguiré viniendo a acompañar a todo lo que se le ocurra hacer a la escuela», dijo riéndo y feliz.

En este último viernes que pasó, Fátima arrancó la moto y se fue con Ámbar por esos hilos de los caminos altos y eternos que se pierden en el horizonte ondulante de la tarde de la Puna.

El origen

El tercer domingo de octubre es una de las fechas más significativas del calendario nacional: el Día de la Madre en Argentina.

La razón se remonta a 1931, cuando el calendario litúrgico católico trasladó la festividad de la “Divina Maternidad de María” a ese mes. Aunque la influencia religiosa inicial perdió peso con el tiempo, la costumbre de rendir homenaje a las madres en octubre continúa vigente y otorga a la fecha una identidad única y diferenciada.
 



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